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10 Sus guardianes están ciegos,
no se dan cuenta de nada;
todos, como perros mudos,
ya no saben ni ladrar;
los vigilantes se tumban,
habituados a dormir;
11 son también perros voraces,
que no conocen la hartura.
Y hasta sus mismos pastores
no saben ni entienden nada;
todos siguen su camino,
todos van tras su provecho:
12 “Vengan, que voy por vino,
vamos a hartarnos de licor;
mañana será como hoy,
habrá provisión de sobra”.

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